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En nuestro afán de comentar temas variados y que interesen a todo tipo de lectores, vamos a hablar hoy de un tema un poco más técnico, la valoración de empresas.

La reciente crisis económica ha empujado a algunos empresarios a tener que traspasar sus negocios, a otros los ha llevado a reestructurarlos o a tener que buscar financiación mediante la entrada de nuevos inversores. Para este tipo de operaciones es necesario acudir a la valoración de empresas, que podríamos definirla como el proceso mediante el cual se busca la cuantificación de los elementos que constituyen el patrimonio de una empresa, su actividad, su potencial para generar valor, etc. Lógicamente, la medición de estos elementos no es sencillo, ya que implica numerosas dificultades técnicas.

La primera idea que se nos viene a la cabeza para valorar una empresa es recurrir a los estados contables, esto es, al Balances y la Cuenta de Resultados, pero pronto comprobamos que la información contable por sí sola resulta insuficiente para aproximarnos al valor de la empresa. ¿Por qué? por varias razones. En primer lugar, esta información mide los elementos cuantitativos de la empresa en un momento determinado, es decir, se trata de una foto fija, que no tiene en cuenta ciertas plusvalías o minusvalías de activos y no considera los flujos que se producirán en el futuro. Por otro lado, tampoco se muestran en los estados contables aspectos relativos al valor “conjunto de la organización”, considerada ésta como unión de los bienes, las personas, así como otros factores no evaluables de forma individualizada, tales como la ubicación de la empresa, su experiencia y know-how, su imagen, la clientela, etc.

Teniendo en cuenta estas premisas, el método del Descuento de Flujos de Caja o Discounted Cash Flow es el más utilizado para la valoración de empresas por su rigor y capacidad analítica, ya que posibilita el examen de los factores que crean valor para la empresa y reconoce el valor temporal del flujo de fondos que genera el negocio.

Para este método, el valor de la empresa en el mercado, a largo plazo, no depende de sus resultados contables sino que está basado en una estimación de las rentas que la empresa en funcionamiento va a generar, realizada de la manera más técnica y objetiva posible.

El cálculo del Valor de la Empresa (VE) se realiza mediante una fórmula que tiene en cuenta:
a) Los flujos de caja libres, que representan aquellos fondos generados por la empresa en un periodo determinado, que están disponibles para remunerar tanto al capital ajeno, mediante el pago de los intereses correspondientes, como al capital propio.
b) El valor residual de la empresa, que es el valor atribuido al negocio a partir del último período específicamente proyectado. Se podría definir como una renta perpetua. En la práctica se suele calcular mediante la actualización de los flujos esperados a partir del final del horizonte temporal utilizado en las previsiones, con lo que se estaría considerando una renta infinita.
c) La tasa de actualización o descuento, que es el coeficiente específico que debe aplicarse para descontar los flujos de caja libres. Se denomina también coste medio ponderado del capital o Weighted Average Cost of Capital (CMPC o WACC “Post-Tax”), puesto que la tasa resultante es una media ponderada entre el coste del capital ajeno y el coste del capital propio de la empresa

La duración de la proyección o de previsiones explícitas se establece en 10 años puesto que ese periodo es adecuado a efectos de tener en cuenta las fluctuaciones cíclicas de la mayor parte de los negocios, sin llegar a un mayor grado de incertidumbre que estaría causado por considerar mayor número de años.

Como vemos, se trata de un criterio ciertamente complejo aunque muy útil si se quiere valorar una empresa de forma exhaustiva; no todos las operaciones empresariales requieren tanto rigor pero si muchas de ellas. El equipo de Asienta Asesores cuenta con expertos en la materia que podrán valorar su negocio con una gran rigurosidad. Contacte con nosotros.